Artículo de opinión de nuestro Decano, Domingo Villero, en La Voz de Cádiz: “Dejadle el timón al ciego”

altMucho se escribe y se comenta en diversos foros acerca de nuestra situación política, social y económica; parece ser denominador común esa “apuesta” por la industrialización, se solicita carga de trabajo y todo el mundo habla acerca de cómo es su modelo. A la hora de la verdad nos encontramos con pocos puntos de encuentro a la hora de marcar objetivos y líneas de acción conjunta. Hay grandes oportunidades –que mucho tienen que ver con fondos europeos- que recaen en nuestro territorio –aunque sea todavía a nivel mucho más teórico que práctico- y que debieran significar ese acicate necesario, ese empujón decidido para que una gran provincia como la nuestra salga de esos puestos tan denostados en diversos rankings. Hay que apostar decididamente, pero todo necesita una coordinación exhaustiva, esa que en la España del Lazarillo y en este sur del sur, aún más, siempre deja en entredicho el que no todos vamos a una.
Por razones obvias me gusta hablar de colectivos profesionales, que ostentan la representación exclusiva de esas personas que conforman las empresas que deben sacarnos de esas malditas estadísticas anteriormente nombradas –núcleo duro del talento-. Esto parece estar aceptado incluso por nuestra Constitución española en su artículo 38; parece muy razonable que en una planificación de tan vital importancia, el escenario de decisión sea más que cualificado y más que amplio en todas sus dimensiones. A modo de ejemplo, parece bastante lógico que a nadie se le pasaría por la cabeza hacer un plan de sanidad sin contar con los gremios sanitarios al frente, al menos para detectar de primera mano la situación de partida real y tomar un pulso más que constante de ese día a día del que sufre las vicisitudes de, precisamente, eso que se quiere mejorar. Es cuestión de enfoque; imaginen que se lucha por un escenario de carga de trabajo. Imaginen que nuestras empresas concursan por ello y no logran pasar ese corte. Imaginen que ese trabajo sea cogido por, digamos asiáticos a muy bajo precio. Pues ahora continuando con ese símil, sigan imaginando que esos asiáticos en segunda o tercera derivada nos subcontratan los trabajos –sólo mano de obra- a aquellos que concursamos y, ese, precisamente es el trabajo que queda. ¿no parece razonable que uno se organice al principio de la cadena?. Pues imaginen que les hablo de Cádiz. Todo siempre pasa por esa indefinición en la planificación. Espero que en esas iniciativas de consenso en las que a nivel de provincia se están generando, se imponga de una vez la cordura y que nos olvidemos que el rival es el de enfrente. Escenario colaborativo, trabajo en equipo, búsqueda de sinergias o como quiera que se llame. Ese trabajo es el gran reto desde el que abordar el problema.
Parafraseando al gran Albert Einstein, todos somos ignorantes, aunque por suerte no todos en lo mismo. A estas alturas bien es sabido que el desarrollo económico de un territorio está íntimamente ligado a un eficiente proceso de reindustrialización; se da por hecho que en una sociedad moderna pocos motores generan tanta capacidad de desarrollo, empleo y bienestar económico -y por ende social- como una correcta estrategia industrial. Pero también son pocas las ocasiones en las que a la hora del diseño de dicha estrategia se escoge y consulta a los mejores agentes que han de participar en la misma. Es evidente que haciendo las mismas cosas y consultando a las mismas fuentes, los resultados son los mismos. Se trata de hacer algo diferente, verdaderamente apoyado en verdaderos agentes de conocimiento, partícipes a la vez que sufridores del resultado y por una vez “arriesgando” a equivocarse. Siempre se habla de caminar hacia nuevos modelos de diseño, producción y comercialización sostenibles de productos innovadores de alto valor añadido, que incorporen tecnologías, materiales y servicios nuevos y de calidad en un entorno cada vez más digital y globalizado, pero realmente pocas veces la escucha es asertiva para caminar hacia tal fin.
El futuro llega demasiado pronto y la realidad es que cuando se espera llegar a un punto de convergencia, la mayoría de las veces el tren ya ha pasado. Es bien sabido por distintos estudios realizados por administraciones y asociaciones sectoriales que por cada euro de PIB generado de forma directa por la industria se generan 1,14 € adicionales de forma indirecta en la cadena de sectores proveedores, y 0,47 € de forma inducida. Por cada empleo generado en el sector industrial, se generan 1,03 empleos indirectos y 0,4 inducidos. Habida cuenta de ello, una correcta industrialización genera una gran prosperidad. Ese horizonte fijado y marcado en 2020, esa apuesta concreta por sectores estratégicos (PIB industrial 20%), medioambientales y formales visto desde nuestra península con forma de piel de toro parece tratar de algo ajeno a nosotros visto el rumbo que llevamos en nuestra industrialización y apuesta (política) en el uso de las energías renovables, que hace pensar que sean otros los que asuman ese compromiso. Nosotros vamos hacia otro lado. Al fin y al cabo no somos tan europeos como pudiera parecer. Desde esa Europa tan anhelada para unas cosas y tan lejana para otras se nos advierte y recomienda contar con los ingenieros como elemento facilitador capaz de transformar la investigación en aplicaciones para dar respuesta a las necesidades de la sociedad; todo ello se nos traslada desde el consenso de grandes autoridades al respecto y desde las más altas esferas del gobierno europeo. Qué duda cabe el beneficio concreto que aporta un profesional de la ingeniería a una pyme para aportar esa transferencia de conocimientos en tiempos donde la I+D+i es un caballo de batalla más formal que real. Se habla mucho de apostar por esa suma de letras, pero a la hora de implementar y poner en práctica la apuesta concreta, el engranaje encuentra más puntos muertos que de contacto. Seguimos estando en posiciones muy alejadas de los países que lideran los niveles de gasto en este área haciendo casi imposible la consecución de los objetivos marcados.
Afortunadamente el catalizador que facilita y beneficia ese proceso en nuestra región es más que abundante; somos exportadores de talento a nivel de ingeniería, más a nuestro pesar de lo debido, pero al menos generamos talento para que sea aprovechado fuera de nuestras fronteras. Mientras tanto la vida pasa, con todo el peligro que generan las personas que pacientemente esperan a ver pasar por su puerta el cadáver del vecino.
Artículo publicado este domingo 17 de julio en La Voz de Cádiz.

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