“Mientras más conocimientos tienes de las cosas, mejor persona puedes ser”
Conversamos con nuestro doctor más veterano, Miguel Pastor, y uno de los más jóvenes, David Merino, con nuestro Decano Domingo Villero como maestro de ceremonias. El mayor valor del Colegio Oficial de Graduados e Ingenieros Técnicos Industriales son sus colegiados, cuyo afán de superación, su espíritu investigador, su predilección por el conocimiento y su ambición por ser mejores y dejar una sociedad mejor, les permiten situarse en esta posición privilegiada de vanguardia, innovación y excelencia académica.
Nuestro colectivo cuenta con decenas de ingenieros técnicos industriales que, una vez finalizado el grado, han proseguido su formación hasta ubicarse en la cúspide académica e investigadora. La tesis doctoral “es un paso más, un paso natural”, apunta Domingo Villero. “Maravilla ver cómo compañeros de este colectivo, con su prestancia y preparación, nos sirven de reflejo a otras personas que iniciamos la vida a nivel investigador y docente”.
En este día ha tenido “la suerte de compartir mesa con Miguel Pastor, que es una institución de nuestro Colegio. Ha sido todo. Director de nuestra escuela y persona muy querida. Y con David Merino, de las nuevas promesas de nuestro colectivo. Tenemos muchos jóvenes sobradamente preparados” y David es un ejemplo de ello.
Para Villero, “la tesis doctoral es la culminación de la inquietud que tenemos los ingenieros técnicos industriales. Esa inquietud natural por seguir preparándonos a lo largo de la vida. Porque nunca dejamos de estudiar”. Obviamente, “con las tesis doctorales subimos un par de derivadas más. Hablamos de gente con preparación exquisita, con muchos años académicos y que tienen el mayor grado académico que existe a nivel docente. Acreditan que los graduados en Ingeniería tienen actitud y aptitud investigadora”.
¿Por qué hacer una tesis doctoral?
Quien mejor para responder a esta pregunta que Miguel Pastor, quien terminó sus primeros estudios universitarios en los 70 y continuó estudiando hasta acabar siendo doctor. “En estas cosas, lo fundamental es el deseo que uno tenga en adquirir conocimientos. Si no lo tienes, difícilmente lo vas a entender. Y deber tener un objetivo. Para mí siempre fue un reto avanzar en el conocimiento. Yo terminé perito industrial, empecé como docente en el laboratorio y al año siguiente estuve en Astilleros. Pero tenía la inquietud de ser ingeniero. Y apareció la química, y por esos derroteros acabé la carrera. Yo tengo el expediente número 1 de los químicos en Cádiz. Hablamos del año 72-73”, recuerda.
También obligó la legislación académica. “Pasa el tiempo y lo que hace falta para seguir en la universidad es la tesis doctoral. Hay que agradecer a Algeciras su postura en nuestra formación, allí tuvimos que ir a desarrollar nuestra tesis. Fue un pequeño reto, porque teníamos que ir viernes y sábado a recibir las clases durante dos años. Y luego a desarrollar las tesis. A partir de ese momento, para ser catedrático de escuela universitaria era necesario el título de doctor, aparte de que tenía mis inquietudes”.
Revela esas ideas que iba fraguando en su mente. “Yo había empezado a desarrollar un nuevo enfoque con las máquinas y el método de los elementos finitos, gracias a Miguel Borrero, que fue mi maestro siempre. Pensé en un tema muy candente: estudiar el diseño de centros de transformación en el desarrollo de la puesta a tierra. Mi tesis es la influencia del diseño en las tensiones de espacio y contacto”. Esto ocurría “en el año 99, hace 25 años. Ahora el tema ha avanzado mucho en las ayudas”, reconoce.
En definitiva, el motivo o la razón es “porque te haga falta algo, pero también tiene que ser por una vocación, por aprender y conocer. Eso te vuelve joven”.
En el caso de David Merino, “fue algo fortuito. Me encontré la oportunidad para hacer la tesis doctoral”, recuerda, si bien “la inquietud la traía de antes, desde que era pequeñito. El doctorado me llamaba la atención, sin saber aún lo que conllevaba”.
Durante su formación “trabajaba en la Universidad como ayudante de investigación, Me surgió la oportunidad de hacer la tesis doctoral en Madrid y no dudé en aceptarla”. Si Miguel se entusiasmó con los elementos finitos, “mi tesis no la elegí yo, sino que me la propusieron dentro de un proyecto europeo para fomentar la inclusión de energías renovables en 2030. Ese proyecto estaba enfocado en fomentar las energías renovables solares de concentración. Potenciarlas con el objetivo de incrementar el ratio de energías renovables para el 2030 a nivel mundial. Energía solar-térmica, centrada en los receptores. Ahí está enfocada, en mejorar el rendimiento. Desarrollando nuevos materiales”.
Merino comenta que “en el doctorado, de complemento estuve haciendo labores de docente, pues al final, al ser una formación académica, sí que di clases tanto en laboratorio como con clases de teoría”. Pero en estos momentos se encuentra alejado de las aulas. “Actualmente trabajo en la empresa privada, de ingeniería, y es importante que un doctor entre en la esfera privada. Sobre todo por las dotes que da el doctorado, porque las competencias que se adquieren durante el doctorado, esa inquietud de ir más allá, se pueden plantear perfectamente en las empresas”.
Refuerza esta propuesta el veterano Pastor, que implementó junto a sus compañeros diversas fórmulas para incrementar la actividad en su compañía. “Nosotros en Astilleros nos empeñamos en ver cómo mejorar procesos que iban a redundar en disminuir el tiempo de trabajo. Vimos que aumentaba la productividad, y aquello fue maravilloso. En un taller con más de 600 personas, con una actividad del 0,60, cuando se pusieron en marcha aspectos que aportaron todo el mundo... el taller subió a 0,96 la actividad. Eso en una plantilla con 600 personas es mucho dinero”, entiende.
“Y luego está la motivación. El doctorado te la da, el conocer algo más. Si esto sale de ti, tienes que aprovecharlo. Hay que ofrecer los cauces para que los técnicos puedan incorporarse a esos grupos de trabajo y desarrollar esas ideas que se tengan”.
¿Y qué es lo más complejo?
“Ser capaz de ceñirte al plan que tienes inicialmente, porque es muy fácil perderte”, responde con contundencia Merino. “Sueles abrirte a otros campos, porque con la inquietud de ver cosas nuevas puede ocurrirte eso, y conlleva que te desvíes del foco”. Para Pastor, otra época, lo más difícil fue “el tema informático. Era un reto”. Y es que recuerda como les estuvieron enseñando los militares norteamericanos, cuando en sus despachos todos los ingenieros tenían un ordenador, mientras aquí sólo había uno y era para las nóminas. “Sorprende cómo ha cambiado todo en tan poco tiempo. El tema de la Inteligencia Artificial ya lo vislumbrábamos en aquellos años, y ahora nos va a arrasar sino hay cuidado con ella. Pero es el camino”.
¿Qué le diría a los jóvenes?
“Creo que sí, que merece la pena”, confiesa Miguel. “El conocimiento es algo que nadie te lo puede quitar nunca. Mientras más conocimientos tienes de las cosas, mejor persona puedes ser. Porque sabe lo pequeño que es uno y te hace mejor”.
David Merino también recomienda emprender este camino. “La tesis doctoral es un viaje muy bonito en el que se aprende mucho. Reconforta en muchas ocasiones, otras no, pero al final se termine consiguiendo. Es muy gratificante cuando vas encontrando avances. Te sientes bien contigo mismo. Ver tu nombres en artículos, patentes, pero sobre todo ayudas a la sociedad”.
Nuestro Decano Domingo Villero también presenta su tesis en los próximos días, y desde el último metro, casi en línea de meta y mirando hacia atrás, “ha merecido la pena este recorrido. Es, ante todo, una decisión personal. Ahondar en el conocimiento te hace ser mejor persona, comparto lo que dice Miguel”. En su caso “es puro placer por ahondar en el conocimiento. Recomendaría hacerla de la serenidad, desde el momento y hora que uno tiene la actividad profesional asentada, ya es un profesional hecho y derecho. Se ve de manera diferente a cuando los jóvenes terminan su máster y toman ese camino”.
“Cuando uno conoce lo que es el mercado, afrontar la tesis doctoral es un privilegio. Se goza de otra manera, desde el conocimiento práctico”, finaliza con la ilusión de quien entiende el aprendizaje como un sendero de autoafirmación hacia la felicidad.
Puede ver el vídeo de la conversación entre Miguel Pastor, David Merino y Domingo Villero, en nuestro canal de Youtube de COGITI Cádiz, en este enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=pE32wSyWaDk